La Visión: review del cómic de Tom King y Gabriel Hernández Walta
Jesús Delgado
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“La Visión” es el aclamado cómic de Tom King y Gabriel Hernández Walta. Esta review analiza el volumen completo, que inspira a “Bruja Escarlata y Visión” de Disney +.
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“Bruja Escarlata y Visión” (“WandaVision” en el original) es la primera serie de Disney + de la Fase 4 del Universo Cinematográfico de Marvel y, si has leído nuestra crítica de sus primeros episodios, ya sabrás que está siendo un soplo de aire fresco.
Con motivo de la proximidad de su estreno, hemos decidido hablaros de un cómic en concreto, que se trata también de uno de los mejores cómics de Bruja Escarlata y de la Visión.
Nos referimos a “La Visión” (“The Vision” vol. 2) de Tom King y Gabriel Hernández Walta. Es una miniserie que recorre a lo largo de 12 números un relato de tragedia, autodescubrimiento, descenso a los infiernos y redención, aunque in extremis. Y, por cierto, es una obra ganadora de los premios Eisner en su día.
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La historia de “La Visión” se ambienta poco antes de “Civil War II”, tras los sucesos de “Vengadores IA” y “La era de Ultrón” (el crossover, no la película homónima). Utilizando las ondas cerebrales de su ex esposa, Wanda (la Bruja Escarlata), el sintozoide conocido como La Visión decide crearse una familia, hecha a imagen y semejanza de cualquier hogar de clase media de Nueva Inglaterra.
Así, Visión crea a su esposa Virginia, y a dos hijos adolescentes llamados Vin y Viv (a los que luego se les sumará el perro Chispas, pero no adelantemos acontecimientos). Decidido a sentirse como un ser humano y a autorrealizarse, el héroe se asienta con los suyos en el condado de Arlington, no muy lejos de Washington DC, donde él trabaja como asesor del presidente de los EEUU.
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Todo parece ir bien… todo lo bien que puede ir, claro. A pesar de ser seres sintéticos, los Visión se tratan de integrar en la comunidad como cualquier familia americana “modélica”. Sin embargo, pronto aparecerán imprevistos que nadie podría haber calculado y que acabarán convirtiendo a la Visión en algo poco más que un hombre y poco menos que una bestia, siendo el responsable del exterminio de toda vida sobre la faz de la Tierra.
Y hasta aquí, la sinopsis. En los siguientes párrafos, ampliaremos un poco más la descripción del este cómic, con un análisis en el que trataremos de no hacer spoilers, para darte ganas de leerlo.
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Una obra de Eurípides, ambientada en Virginia
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“La Visión” está construida como una tragedia griega moderna, coros incluidos, mezclada con elementos tales como la ciencia ficción (purito Asimov en algunos momentos), con uno de los personajes de culto de la Casa de las Ideas y, a nuestro entender, un poquito maltratado por la continuidad.
La obra de Tom King se articula como una tragedia largamente anunciada que se ve venir de lejos, desde las 3 primeras páginas, cuando nos propone el paradigma (manoseado) del hombre biónico (robot, androide, sintozoide, etc…) que quiere ser como los humanos y que, para lograrlo, los imita hasta en el más mínimo detalle, idealizando su modo de vida, hábitos, comportamientos, manierismos, costumbres, protocolos… ¡incluso adoptando sus propias creencias religiosas!
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De este modo, el autor propone un drama en el que Visión es un “Sísifo moderno”, quien sube cada día a lo alto de la montaña una piedra que, una y otra vez, va a caer ladera abajo rodando, cuando justo está a punto de alcanzar la cima.
¿El escenario? La idílica América de Nueva Inglaterra, celebrada como la parte más civilizada del país por sus habitantes, a pocos kilómetros de la capital, en donde Visión pretende desarrollarse como cualquier americano medio, temeroso de Dios y respetuoso con la bandera, que vive con una estereotipada familia de área residencial.
A partir de ahí, ya te puedes imaginar la deliciosa y torturadora lectura, en donde el drama se masca, se ve venir, pero eres incapaz de no pasar página. El autor te engancha con giros previsibles, pero que te importan poco, ya que construye la historia con mucho mimo, esmero y cuidado. Pieza a pieza, bloque a bloque, hasta poner el último ladrillo de su construcción casi redonda.
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Además, entre sus bondades se cuentan el sabio uso y mezcla de tonos. Cuando debe soltar presión, dulcificar e, incluso, hacernos sonreír, aliviándonos cautelarmente antes del golpe, King lo hace, jugando no solo con las emociones de sus personajes, sino con el propio público. Que, junto a esto, sus criaturas estén vivas, respiren y lleguen a darnos penas y no tengamos otra que simpatizar con ellas ya es un valor añadido.
Sin embargo, no todo son halagos para este cómic a nivel narrativo. En sí mismo arrastra un pecado original, prácticamente inherente a toda la producción de Marvel Comics: su dependencia de la continuidad.
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Buena parte de la premisa original del cómic parte de hechos y sucesos acaecidos hace más de 30 años en los cómics. Si bien es cierto que muchos de ellos se vuelven a contar e, incluso, se explican dentro de la narración, obliga al lector a estar un poco familiarizado con las situaciones y sus protagonistas para alcanzar a entender el quién es quién, el fondo de la cuestión y la enorme carga emocional que trata de transmitir.
Qué, además, esté ambientada en pleno periodo de explotación de eventos y crossovers tampoco ayuda, ya que las versiones de algunos personajes secundarios que aparecen son meramente temporales y con poca trayectoria posterior. Si añadimos que algunos de los pilares del relato son héroes o villanos fallecidos o largamente ausentes de las grandes historias, encontramos difícil encuadrar y disfrutar como es debido de su importancia dramática.
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No obstante, como en muchas de las más importantes obras de Marvel, esto es un escollo que siempre nos vamos a encontrar. Tan solo podemos alzarnos de brazos y tomarlo como una convención ante la que tenemos que hacer concesiones y ceder algo de terreno.
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Talento español
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Gabriel Hernández Walta (o, simplemente, Walta) es uno de los artistas españoles que están funcionando bastante bien en EEUU. Prueba de ello es que este año fue uno de los nominados a los Premios Eisner. El autor hace un trabajo muy limpio en este cómic, con un estilo mucho más propio del independiente que del cómic típico de superhéroes.
Sin recurrir a cuadros extravagantes, ni a perspectivas forzadas (que el dibujante demuestra conocer, pero de las que no abusa ni hace ostentación), Walta nos presenta un estilo de viñetas que podríamos definir como intimistas, centradas en transmitir las emociones de sus personajes a través de sus gestos más que por sus bocadillos. Es decir, con un solo vistazo a un cuadro, ya sabemos qué está pasando. El texto solo nos añade la información que nos falta para ubicar algunos detalles menores.
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El ilustrador, en base al guion, se monta un storyboard de 11 números que habla por sí solo. Y decimos 11, ya que el séptimo capítulo corre de los “lápices” de Michael Walsh, quien nos ofrece un episodio de flashbacks, que nos hace preguntarnos si tiempos pasados fueron mejores, aunque su estilo, ajustado al de Walta, es sobradamente correcto.
En línea similar, alabamos el trabajo del colorista Jordie Bellaire, que, con mezclas simples, imitando la acuarela, consigue composiciones que dotan de profundidad y dimensión a los cuadros en una labor para alabar. Que, además, logre transmitir emociones, clima y sensaciones con el color, es algo a aplaudir y a ponderar como uno de los elementos fuertes del cómic.
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Por tanto, y ya concluyendo, “La Visión” de King y Walta es uno de los grandes de Marvel de la década de 2010. Junto al “Ojo de Halcón” de Fraction y Aja y algunas pocas obras selectas más, es un título que, honestamente, creemos que debería figurar entre los “must read” del periodo. Incluso a pesar de sus defectillos de fondo.
Con esto acabamos nuestra reseña de “La Visión”. Si te interesa, te recordamos que puedes adquirirlo en Akira Cómics, ya sea a través de nuestro establecimiento o de nuestra tienda online. Además, existen 2 ediciones diferenciadas: “La Visión Integral”, con una fabulosa selección de extras, en forma de bocetos y guiones, y la edición original española, dividida en dos tomitos de cartoné.
Imágenes | Marvel.