La influencia del cómic en el arte

En algún artículo anterior ya indicamos que el cómic es un arte, pero no nos habíamos planteado hasta ahora hasta qué punto tenía peso como tal. Así que hoy vamos a analizar un poco cómo el cómic se asoma a otras artes.

Aunque, de entrada, nos centraremos en la pintura, que es lo que en el lenguaje coloquial siempre se reconoce como “arte” de forma arquetípica. Aunque, como bien sabéis, intentaremos darle un toquecito diferente porque en Akira Cómics siempre nos gusta hacer las cosas de manera distinta. ¡Vamos allá!

Para empezar, vamos a partir de que el cómic es un medio muy permeable a la compatibilidad con otros medios, y que su condición lo hace ideal para su interrelación con las artes plásticas. Ello lleva a los círculos de autores “modernos” (entendiendo a aquellas corrientes que lo adoptan como medio de expresión artística desde principios del siglo XX) a valerse tanto de sus características icónicas como narrativas en su trabajo.

De tal manera que, gracias a la propia evolución histórica del cómic y su propio valor dentro de la cultura popular, los artistas utilizan tanto el cómic como su lenguaje como material para engranar obras, bien mediante el uso de la narrativa secuencial, bien como elementos de uso de un collage, o bien como elemento principal de la obra mediante la reproducción de personajes o viñetas icónicas.

La narrativa secuencial nos permite representar a un personaje desarrollando una o varias acciones en una sucesión de secuencias que, en el caso del cómic, serían las viñetas. El lienzo, como soporte, permite su división para proponer una obra “animada”, en la que vemos cómo los personajes representados realizan una secuencia de acciones.

Esta utilización de una narración secuenciada no resulta nueva en este contexto, ni mucho menos, sino que viene de muy atrás: valga como ejemplo la archiconocida obra La Historia de Nastagio degli Onesti de Boticelli, y que podemos disfrutar en el Museo del Prado. En todo caso, en el arte del siglo XX podemos observar obras muy inspiradas en el mundo del cómic.

De hecho, comenzaremos mencionando el cubismo: Pablo Picasso dibujó un “cómic cubista” en el que un personaje desempeña diferentes acciones a lo largo de dos láminas y 18 viñetas que critican a Francisco Franco con caricaturas satíricas y escatológicas: Sueño y mentira de Franco, que podéis ver en el Museo de Arte Reina Sofía, donde se conserva una pareja de los grabados.

“Sueño y mentira de Franco” (1937)

Otro ilustre cubista con gran relación con el cómic fue Lyonel C.A. Feininger. El autor de cómics como “Kinder Kids” y “Wee Willis Winkies World” (para el Chicago Sunday Tribune) utilizó su conocimiento sobre perspectivas y estilo narrativo para realizar obras como “Bridge O”, o “En un pueblo cerca de París”.

No solo resulta reconocido dentro del movimiento cubista, sino que llegaría a ser miembro de la Bauhaus.

Pero no termina aquí la cosa: saliéndonos del marco del cubismo, no podemos pasar al siguiente punto sin mencionar al efímero (falleció a los 31 años) Keith Haring: además de usar un medio de difusión de su obra muy comiquero (vendía su obra al público con un formato muy parecido al fanzine autoeditado: fotocopiaba su obra, la grapaba, y se la vendía al público firmada y numerada), narraba pequeñas y sencillas historias en cada una de ellas, como en la denominada “Keith Haring’s First Book”, de 1981, que podéis ver a continuación –al menos un par de ejemplos–:

Sin embargo, considerando que el cómic no deja de ser un medio de entretenimiento popular, es en el Arte Pop donde consigue reflejar una mayor repercusión. Un ejemplo de esta narración secuencial en el arte está en As I Opened Fire, de Roy Lichtenstein.

Es bastante obvio que el uso de los objetos y personajes derivados de la cultura de masas se reflejan en el arte como un reflejo de la realidad social de una época, pero vamos a verlo más fácilmente y en detalle en el siguiente apartado.

Este es el apartado en el que todos los lectores os encontraréis más cómodos porque, aunque sea por referencias sacadas de los libros de texto, seréis capaces de evocar obras de arte con la estética propia del cómic, fundamentalmente de Roy Lichtenstein.

Y es de justicia reconocerlo, porque Roy Lichtenstein es el abanderado del cómic en el arte por excelencia: básicamente tomaba y reinterpretaba escenas de cómic publicadas por DC –fundamentalmente, aunque no le hacía ascos a otros, como Disney–, y así plasmaba con su peculiar estilo viñetas y secuencias de autores históricos como Jack Kirby, Tony Abruzzo, Robert Kanigher… 

Su producción, por ello, fue controvertida al moverse en los límites del plagio, hasta el punto de que fue parodiado por gigantes de la talla de Dave Gibbons, como podemos ver en la siguiente comparativa:

Y, de nuevo, encontramos a Keith Haring, que también se atreve a jugar con iconos populares procedentes del mundo del cómic, aunque retorciéndolos a su antojo, como es el caso de Andy Mouse, un personaje paródico que quimeriza los rasgos de Andy Warhol con los del Ratón Mickey.

Y, ya que hablamos de Andy Warhol, que es el autor icónico del Arte Pop por excelencia, también experimentó con personajes de cómic, como Superman o el Ratón Mickey:

Los personajes de cómic también son útiles como herramienta para realizar acciones reivindicativas a través del arte, y con tal intención los usan artistas como los franceses Bernard Rancillac o Hervé Télémaque.

Y no nos olvidemos de Xavier Marabout, artista francés recientemente denunciado por Moulinsart a causa de una exposición de su obra: “Tintin façon HOPPER”, en las que retrataba al famoso personaje de Hergé con la estética de las obras del famoso pintor estadounidense Edward Hopper. Obviamente, el pintor ganó el juicio. Juzgad por vosotros mismos:

Os invito a descubrir su obra: juega con los personajes de la iconografía clásica del cómic y la animación con singular maestría.

Pero, después de tanto artista extranjero, muchos os preguntaréis: ¿Y los artistas españoles?

Se considera oficialmente que los movimientos artísticos americanos en España tuvieron su puerta de entrada en España tras la caída del franquismo, puesto que fue ese el momento en el que pudo jugarse con la transgresión, la experimentación con nuevas ideas y la crítica social.

Pero, como siempre, hubo pioneros, como Luis Gordillo, que empezó a experimentar con los elementos más significativos del Pop Art en 1964 y, cómo no, incluyó en sus obras referencias a personajes de cómic y animación, como en esta obra suya de 1986 (aunque las hay anteriores):

Pero no fue el único: Rafael Solbes, Manuel Valdés y Juan Antonio Toledo crearon en 1964 el Equipo Crónica, cuyo objetivo era transmitir un mensaje crítico y social de carácter antifranquista, antiamericanista y antiindividualista. La selección de temas quedaba justificada por la elección de imágenes de fotografías de prensa, cómics o semanarios gráficos sobre los acontecimientos de actualidad del momento. Su obra más emblemática fue ¡América, América!

Pero la efervescencia de este movimiento de Arte Pop español tendría su efervescencia a partir de los años 80 del siglo pasado, con obras como Cristóbal Colón, de Eduardo Arroyo (1992), en la que, nombrándolo con el nombre del famoso descubridor, habla de las connotaciones colonizadoras culturales del Ratón Mickey; o La vejez de Mickey Mouse, de Carlos Alcolea (1985) –con un marcado carácter cubista–, o toda la obra de Fernando Bellver, que juega con personajes de cómic con gran maestría:

Fernando Bellver. “Mickey, Minnie & Fernand Leger” (1996)

Y ni siquiera los clásicos del Siglo de Oro español –ni otras obras emblemáticas de más corrientes– se libraron de las garras de esta corriente renovadora, llevados por el impulso, cómo no, de los atrevidos pioneros del Equipo Crónica:

En fin, que todo este camino propició la aparición de nuevos artistas españoles de Arte Pop que juegan con el cómic como recurso gráfico: Jaime Aledo (que juega con personajes de la Escuela Bruguera, entre otros), o Juan Ugalde y Patricia Gadea (cuyo trabajo recuerda poderosamente al de Roy Lichtenstein).

Y sin dejarnos a otros grandes, como César Fernández Arias, José Maldonado, El Hortelano (alter ego de José Morea), Herminio Molero, Óscar Seco, Javier Mariscal… a los que no podemos dedicar espacio por problemas de... espacio, pero que os invitamos a descubrir.

El poder comunicativo del cómic como medio de expresión de masas es una herramienta permeable que permite su utilización en otras artes que trascienden el medio. A los artistas les compensa el emplear la fuerza y connotación tanto de los personajes de cómic como sus elementos comunicativos (bocadillos, líneas cinéticas, espacios inter icónicos, onomatopeyas y recursos gráficos, saturación del color…), bien sea para reforzar la sensación que quiere despertarse dentro del espectador, o bien para jugar con el estereotipo o la ruptura de éste.

En definitiva, no lo olvidemos, el cómic es arte, el Noveno Arte.

Y, como de costumbre, el equipo de Akira Cómics estará, como siempre, encantado de debatir con vosotros al respecto. ¡Y os invitamos a compartir con nosotros más ejemplos de arte y artistas relacionados con el medio para que, entre todos, descubramos sus obras!