SOLO SE NECESITA UNA NOCHE PARA CAMBIAR DOS VIDAS
Conocí a Jax Haven en mi primer día en Montana. Era el desconocido más guapo que había visto en mi vida y, tras intervenir en la disputa en el supermercado que muy a mi pesar estaba protagonizando, me sonrió y me invitó a salir como si fuese lo más natural del mundo. Estuve tentada de aceptar… hasta que me dijo su nombre. Entonces hice lo que cualquier mujer sensata haría: rechazarle y fingir que no lo conocía cuando al día siguiente me incorporé como la nueva gerente del Rancho Haven River.
Jax no es mi jefe, pero sí uno de los dueños del rancho y una distracción que no puedo permitirme. Así que me concentro en mi trabajo, en mi rutina, en cualquier cosa que no sean sus hipnóticos ojos o esa sonrisa encantadora. Me prohíbo pensar en lo bien que le quedan los tejanos gastados o en lo increíblemente atractivo que está con ese maldito sombrero vaquero.
Todo iba según lo previsto hasta la fiesta de fin de año, cuando el champán me hizo bajar la guardia y acabar en su cama. Ahora ya no puedo seguir ignorando a Jax Haven, no con un bebé en camino.