Watchmen, ¿el mejor cómic de superhéroes de la historia?

04/07/2017
  • Monográfico sobre “Watchmen”, posiblemente el mejor cómic de superhéroes de la historia. Adéntrate en profundidad en los entresijos de esta obra maestra.

  • Watchmen es sin duda uno de los más grandes y famosos cómics de superhéroes que existe en el mundo del noveno arte desde su publicación en USA entre 1986 y 1987.
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  • No es casualidad que esté escrito por uno de los guionistas más complejos y a la vez interesantes del espectro comiquero (y en general fantástico) de estos últimos 30 años.
  • Vía Teleport
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  • Estamos hablando, por supuesto, de Alan Moore, un autor tan especial como brillante. Desde su irrupción en la industria del cómic, ha sabido aportar reflexiones e historias que, tomando como punto de partida el género de superhéroes y de fantasía, añaden siempre una visión nueva del género, así como una serie de reflexiones tan complejas como enriquecedoras.

    De su pluma han salido cómics ya grandes, como “From Hell”, “La Liga de los Extraordinarios Caballeros”, “La Cosa del Pantano”, “La Broma Asesina”, “Tom Strong”, “V de Vendetta y por supuesto “Watchmen”.
  • Watchmen: un reflejo de su época

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  • Hablar de “Watchmen” como cómic es hablar de, posiblemente, la obra en viñetas más compleja de leer y describir. Su guión es multiangular y su propósito se va desplegando a medida que el cómic avanza, partiendo de una premisa o “macguffin” engañosamente clásico como es la investigación de un asesinato por parte de una serie de superhéroes.

    Que esta obra fuera publicada en USA a mediados de los años 80 (entre 1986 y 1987) justifica dos de sus más relevantes contenidos.

    Primeramente, el miedo al holocausto nuclear entre la OTAN y el Pacto de Varsovia que tanto atemorizaba a la sociedad occidental por aquella época de fricción entre las administraciones de Ronald Reagan y Leonid Brézhnev.

    Este contexto de amenaza global, ahora poco entendible para gente más joven, se aprecia a lo largo de multitud de productos audiovisuales de esta década, como son los largometrajes “Juegos de Guerra”, “D.A.R.Y.L.”, “Top Gun” o la propia “Watchmen”.

    El segundo punto relevante de este cómic es su propósito de análisis y deconstrucción de un género, el de superhéroes, que en ese momento para Moore ya había aportado todo lo posible a la industria a lo largo de 40 años.

    Moore entiende que el género no da más de sí narrativamente, y decide con “Watchmen” desgranar su funcionamiento interno y llevarlo al extremo más realista, a modo de canto de sirena final.

    Por suerte para la propia industria, lo que me Moore provoca con “Watchmen” no es la certificación final de la muerte de un género, sino todo lo contrario: su reactivación como medio popular de enfoque maduro, al demostrar con su guión que un cómic también puede ser vehículo de historias maduras.

  • Watchmen: significado del título

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  • ¿Qué significa “Watchmen”?

    Si analizamos el nombre de la obra, como en todas las aportaciones al cómic de Alan Moore su elección no es causal. El guionista británico tiene muchas cualidades y defectos, pero nunca deja al azar la elección de algo tan definitorio como el título de una creación suya.

    Watchmen”, que en castellano se traduce como “vigilantes”, toma su título de la reflexión fundamental que este cómic lleva lo largo de todas sus páginas. Dicha reflexión es acerca de los propios superhéroes como defensores del orden, ley y moralidad.

    Ellos son vigilantes, pero a diferencia de los cuerpos de seguridad de cualquier estado, lo que popularmente conocemos como policía y ejército, los vigilantes del mundo del cómic, los superhéroes, son vigilantes autoimpuestos en el cargo.

    Nadie les ha pedido que nos protejan y defiendan, ni que combatan el crimen, sino que ellos mismos se han levantado como adalides de la justicia y del indefenso. Y, esto es lo más interesante de “Watchmen”, que los superhéroes por definición se rigen por un rasero moral totalmente subjetivo y personal.

    De hecho a lo largo del cómic es constante el aforismo “¿Quién vigila a los vigilantes?”, que los ciudadanos normales se formulan al convivir con estos seres que por voluntad propia han decidido usurpar de alguna forma el puesto de la policía y ser ellos mismos quienes lleven el orden y el buen hacer civil de la sociedad.

    Dicho lema es traducción directa de la frase latina Quis custodiet ipsos custodes?, originaria del autor Juvenal, y que aunque fuera usada por aquél en otro contexto diferente, también trataba de reflexionar sobre los métodos de control que existen o que tienen que operar sobre aquellos que han de garantizar el orden y la paz de un grupo social.
  • ¿Quién vigila a los vigilantes?

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  • A partir del mundo hipotético de superhéroes que Moore nos presenta y que va desarrollando alrededor de este lema sobre los vigilantes y su no-control social, en el fondo nos está hablando y haciendo reflexionar acerca de aquellos que sí mandan sobre nosotros en el mundo real: el Estado, cualquier estado, y sus medios represivos, el ejército, la policía, el estamento religioso y el cuarto poder.

    A todo ciudadano de a pie se le ha ocurrido alguna vez pensar si la forma en que el Estado y las fuerzas de control social que operan en cualquier grupo social o país tienen de decidir la moralidad (o inmoralidad) de las cosas y de las personas es algo subjetivo y totalmente arbitrario.

    Alan Moore nos está preguntando entre líneas… ¿quién controla al Estado? ¿Quién dicta que las decisiones de un cuerpo de policía son las correctas? ¿Cómo sabemos que la prensa, como poder, no vela por sus intereses particulares, tratando de manipular al ciudadano?

    Cuestiones tan absolutamente marxistas que sorprendieron a más de uno, y lo siguen haciendo. Puesto que, en el trasfondo final de “Watchmen”, se destila un cierto toque del materialismo histórico de Engels, coautor junto a Marx del ya histórico “Manifiesto Comunista” publicado en el siglo XIX.

    Moore nos disfraza de cómic de superhéroes y de aventuras lo que es una reflexión parcial y postmoderna de la obra cumbre de Engels “El origen de la familia, la propiedad privado y el Estado”, al verter sobre nosotros, lectores, como un torrente de ideas frescas, sus reflexiones casi nihilistas sobre lo adecuado de ser vigilados por quien no está vigilado por nadie.

    Los superhéroes que deciden si algo es “correcto” en su cómic son, básicamente, la encarnación pulp de lo que en nuestro día a día ocurre alrededor del estamento religioso, político y militar, los 3 pilares de represión social desde que el mundo es mundo y fundamentos conceptuales de la obra de Engels.
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  • Por supuesto, Alan Moore no se queda en este análisis a la hora de plantear “Watchmen”, ya que trata de darnos su propia perspectiva sobre la temática de fondo planteada un poco más arriba.

    La respuesta u opinión del guionista británico sobre los medios de control y ética que mueven o no a los superhéroes (dentro del cómic) y al Estado de cualquier país (en el mundo real) es totalmente rompedora.

    Cuando llegamos al punto final de la obra y su resolución, con la llegada del diario de Rorschach a la redacción del periódico sensacionalista y conspiratorio “New Frotiersman”, nos resume, como un golpe a la mandíbula del lector, que en el fondo todo tipo de control viene tamizado por algo tan básico y subyacente como es la ley del caos y la segunda ley de la termodinámica.

    Dicho en otras palabras menos “físicas”: la opinión de Moore sobre el sentido de su cómic es algo radicalmente nihilista y caótico. Nos certifica que cualquier medio de control sobre nosotros o cualquier vigilante que quiera salvaguardar a la sociedad se va a enfrentar inexorablemente con una erosión permanente y brutal denominada Ley del Caos (popularmente conocida como “Ley de Murphy”).

    Esta ley que viene a decirnos que, sea cual sea el esfuerzo que se haga por velar por nosotros o por cuidar de quien vela por nosotros, en el fondo la cosa se va acabar desmadrando sin duda alguna.

    No por culpa de la propia ciudadanía o las personas que conforman la sociedad, sino más bien por la naturaleza del mundo en que vivimos, que como tendencia automática (y ahí entra la segunda ley de la termodinámica) suele desordenar y descolocar todo aquello que trata de ser ordenado y organizado.

    Ese es el epitafio nihilista y burlesco de Moore, que con la última página del cómic se ríe de la concepción de la sociedad que existe dentro y fuera del mundo del cómic.
  • Watchmen: la mini-serie

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  • Concebida en su momento como una mini-serie de 12 entregas mensuales de 24 páginas, “Watchmen” iba a ser un cómic de superhéroes editado por DC, que utilizaría a los personajes que habían absorbido de la editorial Charlton –empresa fagocitada por DC Comics, en una estrategia repetida muchas veces y que ha ido incrementando el universo de personajes que hoy en día conocemos.

    Rápidamente, DC le pide a Alan Moore que se invente a los protagonistas de “Watchmen”, al comprobar que el escritor británico pretende matar a varios de ellos a lo largo de las páginas del propio cómic.

    Por supuesto, esta medida no sólo no obstaculizó la creación del cómic, sino que, de hecho, lo mejoró y enriqueció, al obligar Moore a inventarse todo un mundo con sus superhéroes de los años 40, de los 60 y de los 80.

    Lo que para cualquier otro guionista hubiera sido una tarea absurdamente imposible (“invéntate un panteón de superhéroes propio y autoconsciente que haya existido desde los años 40”), para Moore no es más que una nueva forma de enriquecer su proyecto de cómic.

    Algo tan complicado como es contarnos y describirnos a lo largo de 12 entregas un mundo donde llevan actuando superhéroes desde los últimos 30 años no deja de ser para Moore la mejor forma de tener una libertad de movimientos absoluta a la hora de plantearnos sus reflexiones sobre los vigilantes dentro de otra de las grandes máximas del cómic: el mundo “Watchmen” trata de ser el mundo real.
  • Watchmen como un cómic realista

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  • ¿El mundo real? En efecto, todo el planteamiento de “Watchmen” funciona tan brillantemente y tiene su razón de ser como crítica de la moralidad de los autodenominados vigilantes porque ubica ese mundo en lo que podría ser nuestra realidad.

    Desde un primer momento va describiendo, aunque sea muy sutilmente, cómo es la realidad en la que se mueve, su funcionamiento, y lo más importante, cómo se ha visto radicalmente afectada por la inclusión de los superhéroes en ella.

    Se trata de un mundo de corte realista porque aquí los vigilantes enmascarados, sobre todo el Doctor Manhattan, han afectado a la sociedad y a sus hechos históricos como nunca ocurre en el habitual universo de superhéroes al que todos estamos acostumbrados.

    En “Watchmen”, la historia ha cambiado cuando nos plantamos en el “presente” narrativo de la misma, en 1985.

    La existencia e interacción de sus miembros sobrehumanos con el entorno en el que se mueven y la sociedad norteamericana han convertido ese 1985 en una ucronía del nuestro, donde la tecnología no es la que nosotros conocemos, los políticos no son los mismos que nosotros hemos conocido, y ciertos hechos clave –como Vietnam o el Caso Watergate– no han terminado como nosotros sabemos.

    Evidentemente, culpa de todo esto la tiene precisamente llevar hasta sus últimas consecuencias la existencia real de seres que, como el Doctor Manhattan, superan el ámbito de lo humano y mortal.
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  • A modo de ejemplo, y como demostración palpable de la reflexión constante de Moore en este cómic, diremos que, en la línea temporal de “Watchmen”, los Estados Unidos han ganado la guerra de Vietnam, merced a que han contado con dos personajes tan relevantes como el Comediante (una especie de Punisher mucho más radical) o el Doctor Manhattan (un ser capaz de poder controlar la materia y la energía).

    Es obvio decir que Estados Unidos gana la guerra de Vietnam porque para ellos, para su Estado y para sus vigilantes, esta guerra es “buena” y “justa”, en el sentido de que merece ser ganada. Es una guerra moralmente justificada, y por tanto el gobierno federal pone a disposición de su “bien final” a todas sus armas disponibles, incluidos el Comediante y el Doctor Manhattan.

    De manera similar y constante, son numerosos los detalles dispuestos a lo largo del cómic que nos muestran un mundo donde todas las decisiones o momentos clave de la historia han sido más o menos (normalmente más que menos) alterados por los personajes que Moore incluye y que conocemos como “superhéroes”.

    Incluso avances tecnológicos aportados por el propio Doctor Manhattan han transformado el skyline de las ciudades de esos años 80, ya que existe en ese mundo una persona capacitada para dar saltos tecnológicos que nos serían imposibles de concebir.

    De forma opuesta a Reed Richards (por ejemplo), quien a pesar de sus inventos no hace avanzar a la sociedad americana de Marvel, “Watchmen” y Alan Moore entienden que, si en el mundo existe un ser tan poderoso como para innovar y cambiar el curso de la historia, por supuesto también es capaz de cambiar el curso de los avances tecnológicos.
  • Watchmen como noveno arte para adultos

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  • El punto de análisis que enlaza el mundo realista de “Watchmen” con su lema sobre la moralidad de los vigilantes es precisamente hablar de la reflexión que Moore nos plantea a lo largo de las páginas sobre los superhéroes que protagonizan su obra.

    Todos y cada uno de ellos son un arquetipo de la industria de los superhéroes, y prácticamente todos representan lugares comunes dentro del metalenguaje superheroico occidental. Esto es así porque el interés de Moore es hacernos reflexionar sobre la ética y la utilidad de estos vigilantes, construyéndolos a partir de arquetipos muy conocidos para cualquier lector asiduo.

    La gracia que tiene la obra es que se molesta en pintar tan bien a esos personajes que incluso un lector no habituado a dicho género va a ser capaz de avanzar en la comprensión del cómic y disfrutar de su lectura.

    Por supuesto, eso no evita que, como cómic de superhéroes, “Watchmen” dé por sentado, entre líneas, que su lector potencial conoce y tiene cierto hábito de lectura en este género a la hora de llevarle de una forma fluida lo largo de sus páginas.

    La diferencia con otros cómics de género superheroico es que “Watchmen” está escrito para ser entendido y disfrutado por gente que incluso odie a los superhéroes o no los haya leído en su vida.

    Posiblemente, a un lector así le va a costar engancharse a la obra, puesto que la puerta de acceso (sus primeros capítulos) presupone del mismo una cierta cercanía al género, sobre todo para facilitar su a priori compleja lectura.

    Pero, aun así, Alan Moore no imposibilita el acceso a “Watchmen” por parte de cualquier lector debido a que las reflexiones de fondo trascienden el medio en el que se han volcado y el género en el que se han situado.
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  • Un no-lector de superhéroes y un no-conocedor del mundillo editorial de Marvel y DC probablemente se sentirá poco enganchado a la narración en sus primeras entregas. Y es que se encontrará en medio de una típica historia de superhéroes detectives al más puro estilo Batman, salpicada de acción y peleas al más puro Spiderman.

    El inicio de “Watchmen” no es el más sencillo ni el más obvio para el no habituado a leer cómics, ya que de hecho arranca “in media res” a partir de la recién ocurrida muerte del Comediante y en unos años 80 totalmente alterados (sin motivo aparente) respecto de los que el lector conoce o ha vivido.

    Si la persona que está leyendo “Watchmen” aguanta el tirón y vence esta resistencia inicial hasta llegar al punto medio de la obra y ser testigo del paulatino despliegue de la verdadera trama de la obra, es evidente que acabará enganchado y disfrutando del cómic, especialmente en su tramo final.

    De hecho, al finalizar su lectura, hasta el menos habituado al género de los superhéroes se va a dar cuenta de lo peculiar y original de la obra, atando cabos sobre todo lo que ha ido leyendo desde la página número uno hasta la última.

    Será consciente de esa multitud de detalles que Moore se ha molestado en ir desgranando en segundo, tercer o incluso cuarto plano en cada viñeta, detalles a veces insignificantes, pero siempre consistentes y curiosos, que pasan desapercibidos en una primera lectura y que en cada relectura de la obra cobran presencia y nos hacen descubrir algo nuevo en lo que antes nos habíamos reparado.

    En este sentido, “Watchmen” ha servido de inspiración en el cine, por citar solo dos casos, a Dave Fincher con “El Club de la Lucha” (1999), cuando inserta fotogramas de Tyler Durden en el primer acto de la película a modo casi subliminal. O a Terry Gilliam, con el guión de la compleja e interesante “Doce Monos” (1995).

    Ambas películas han profundizado y extendido la técnica iniciada por Moore en “Watchmen” de brindarnos detalles que cobran interés y relevancia cuando ya hemos visto la obra en su totalidad, y que, aunque no aportan al guión nada fundamental, lo que provocan es una riqueza de contenido mayor.
  • Rorschach el Vigilante

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  • De todos los personajes expuestos en “Watchmen”, no es de extrañar que el más carismático y a la vez más representativo de lo que Alan Moore quiere contarnos sea el último que hemos enumerado. Rorschach, alguien que desempeña el papel más prototípico de los superhéroes de cómic: el investigador independiente y casi al margen de la ley, esforzado en imponer el orden y la justicia.

    El problema de Rorschach y la crítica sutil al género es, de nuevo, el aforismo de Juvenal: “¿Quién vigila a los vigilantes?”

    Moore nos muestra que la persona debajo de la máscara es el tío más loco y peligroso que nos podemos echar a la cara. Hasta el punto de que se le recluye en una institución psiquiátrica y es tal su enfermedad mental que desquicia y altera la percepción del médico psiquiatra encargado de darle tratamiento en uno de los capítulos más impactantes e interesantes del cómic.
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  • Con Adrian Veidt, el conflicto y la crítica es similar, ya que estamos ante un héroe obsesionado con el culto al ego, hasta el punto de proyectarse como protector o hermano mayor de la sociedad, y se obsesiona con personajes históricos como Alejandro Magno.

    Veidt no va a poner trabas morales a ninguna idea, por descabellada que sea, con tal de que sirva para ayudar a la sociedad. Bordea el concepto clásico de villano de cómic “noble” (como Magneto) que, en pos de alcanzar un fin utópico y bondadoso, se ha pervertido por hacer uso de cualquier medio a su alcance. Dicho de otro modo: la filosofía de que el fin justifica los medios.
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  • Una vez más, junto con Rorschach tenemos a una pareja de “héroes” con muchas más sombras que luces, que realmente bordean lo delictivo auto-convencidos de que son héroes y puros de moral, llevados por un razonamiento que a lo largo de la historia han esgrimido tiranos de todo corte.

    Esta es la moraleja final de Moore, que nos presenta a los protagonistas de la industria de superhéroes como personajes de complicada clasificación moral que casi entran en el mundo de la locura o la obsesión, auto-justificando sus actitudes de vigilante por el uso de un autoimpuesto código moral perfecto.

    En el fondo, para Moore los superhéroes son locos peligrosos que desafían el propio orden social.
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  • El tema de fondo de “Watchmen” ya había sido tocado en otras ocasiones por el guionista británico en obras de esa misma época también editadas por DC Comics.

    Estamos hablando de casos como “La Broma Asesina”, una reflexión burlesca y crítica de lo que son Batman y el Joker, héroe y villano, enemigos y caras de la misma moneda. Y en el fondo dos locos peligrosos, perturbados e individualistas separados por una finísima línea.

    Esa crítica a lo que es un superhéroe tradicional que emprendió Moore en “La Broma Asesina” y “V de Vendetta” –donde también el héroe V tiene unos modos y maneras utópicos pero actúa con el enfoque agresivo y vigilante de Rorschach– tiene su momento álgido en “Watchmen”. Aquí toda la obra, larga y compleja, va a girar directamente sobre la crisis conceptual que supone trasladar a los superhéroes del cómic norteamericano a un hipotético mundo real y llevarles a ellos y a sus situaciones hasta las últimas consecuencias.
  • Watchmen: apartado gráfico

  • Vía Dccomics
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  • Gran parte de culpa del éxito e impecable acabado de “Watchmen” se debe a la acertadísima elección de su dibujante. Esa tarea fue a parar al ya en ese momento fantástico ilustrador británico Dave Gibbons, famoso por su grafismo limpio, detallado, claro, geométricamente perfecto y con un dinamismo y coreografía de la acción muy adecuados para el mundo de los superhéroes.

    No se concibe la realización de una obra tan compleja e intrincada como “Watchmen” de no haber sido pasada por los lápices de Gibbons, quien luego iba a triunfar en otra obra de gran relevancia como “Give me Liberty (junto a los guiones de Frank Miller).
  • Vía Wikipedia
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  • Son famosos los guiones que Moore le entregaba a Gibbons, donde viñetas individuales llenaban una página completa de guión dada la carga de detalles que el guionista quería reflejar en el cómic.

    En manos de cualquier otro dibujante, eso hubiera supuesto un trabajo inabordable y excesivo. Pero Gibbons, con su forma de plasmar las viñetas, con una puesta en escena limpia y visceralmente clara, fue capaz de reproducir con total perfección y sutileza los mil y un detalles y narraciones paralelas que Moore tenía pensados para “Watchmen”.

    Si las distintas lecturas del cómic nos aportan nueva información y si su contenido nos sorprende y engancha es, en gran parte, gracias a un dibujante especial como es Gibbons.

    Un caso raro dentro de la industria norteamericana, puesto que ha desarrollado un estilo gráfico donde prima el realismo y la corrección, tanto anatómica como geográfica. Y esa característica, tan poco necesaria en otros tipos de cómics, se puso de manifiesto como fundamental a la hora de poder explicar bien en imágenes el intrincado argumento concebido por Moore.
  • Vía Dccomics
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  • “Watchmen” es una obra tan sumamente popular, admirada y perfecta que tiene el honor de ser el único cómic de la historia en haber ganado el premio Hugo de Ciencia Ficción (1988), que es equivalente a los Premios Nobel de este tipo de género literario y que solamente ha estado al alcance de los más grandes escritores.
  • Watchmen: los personajes protagonistas

  • En “Watchmen” tenemos los siguientes personajes:
  • 1. El Comediante

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  • Su muerte por asesinato (defenestración) marca el inicio de “Watchmen” y el macguffin narrativo.

    El Comediante es uno de los superhéroes más controvertidos, ya que representa el arquetipo del inadaptado pero comprometido, que tiene claras las cosas pero que se deja llevar por ciertos impulsos.

    En este caso, el Comediante es un personaje violento, machista, mujeriego, alcohólico, que está recreando al Punisher de Marvel en cuanto al que practica la violencia más absoluta pero siempre con su propia justificación moral.

    Por desgracia, El Comediante tiene planteamientos que desprecian la vida del contrario y rozan el fascismo más absoluto.
  • 2. Espectro de Seda y Búho Nocturno

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  • Esta pareja representa al dúo de héroes que basa su capacidad para combatir el crimen en su complicidad y cariño, tanto como en sus capacidades físicas e intelectuales más desarrolladas que el común de las personas.

    Por desgracia, en ellos está presente la pusilanimidad de quien se siente constantemente superado por las circunstancias y el fatalismo de entender que en el fondo no son nada más que dos personas normales.

    Ambos representan al superhéroe “de la calle”, como Daredevil, Ojo de Halcón, Flecha Verde o Pájaro Burlón.
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  • 3. Doctor Manhattan

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  • Es el verdadero superhéroe de “Watchmen”.

    Un experimento científico fallido malogra al investigador Jon Osterman, convirtiéndolo en alguien que es capaz de analizar el espacio-tiempo y modificar la materia a voluntad, algo que le convierte en un quasi dios.

    Por desgracia, esta transformación representa, a ojos de Alan Moore, la deshumanización absoluta y definitiva de alguien que en el fondo ya no siente ni padece por sus antiguos congéneres, y que por lo tanto está por encima del bien y del mal.

    Representa al estereotipo de Superman o Thor como héroes fuera de todo rango de poderes que, aunque defiendan al ser humano, no se sienten identificados con él.
  • 4. Adrian Veidt "Ozymandias"

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  • Un héroe que se define como alguien terriblemente inteligente y con unos medios económicos muy poderosos a su alcance, que lo asemejan a Iron Man o Mister Fantástico.

    Su perfil psicológico es el más contradictorio de todos, ya que a la vez se deja llevar por la compasión que le provocan los problemas sociales. Y sin embargo no repara en aplicar el “todo vale” con tal de lograr su objetivo de llevar felicidad y arreglar los problemas de la gente.
  • 5. Rorschach

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  • Es el clásico justiciero enmascarado, independiente, solitario, violento, investigador y resolutivo que conocemos de, por ejemplo, Batman.

    El perfil de Rorschach es el más crítico con el género de superhéroes. Alan Moore le concede el papel más protagonista (investigador principal de la trama) a alguien completamente loco, con una psique destruida que roza lo enfermizo y que tiene brotes paranoides y bastantes radicales.

    Nota curiosa: hay que explicar que el nombre de Rorschach viene de la peculiar máscara que lleva a lo largo de la obra para ocultar su rostro. Esa máscara reproduce constantemente los test del mismo nombre utilizados por la medicina psiquiátrica. Incluso el nombre y máscara del personaje nos dan pistas sobre su perfil psicológico.
  • Foto Akira Cómics
  • Nota informativa: en el Museo Akira Cómics - Espacio Jack Kirby que está en la librería tenemos para ver una de las páginas originales de este maravilloso cómic. Si vienes y te apuntas a una visita guiada, podrás disfrutar de esta obra de arte difícil de ver en el mundo.
  • Y hasta aquí nuestro monográfico de “Watchmen”. ¿Qué opinas tú? ¿Es “Watchmen” el mejor cómic de superhéroes de todos los tiempos? Déjanos tu opinión en los comentarios.

  • Imágenes | Akira Cómics | Haciendo click en las fotos se accede a su fuente.

Jesus Marugán


Lector de cómics, gran fan de Star Wars, Marvel, el Dungeons & Dragons y la tecnología, soy la cara pública de Akira Cómics y su más habitual divulgador prodigándome en radio, TV y prensa sobre todo. Darth Vader me tira mucho y por él pertenezco a la Legión 501st desde 2005.

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