Polémica en el Gran Premio del Cómic Barcelona: ¿lo merece Antonio Martín?

01/06/2021
  • Los medios y los foros temáticos están que echan humo con la decisión del jurado: Antonio Martín ha sido galardonado con el Gran Premio del Cómic Barcelona.

  • Los medios de comunicación y los foros temáticos están que echan humo con la decisión del jurado: Antonio Martín, ex director editorial de Forum –cargo que ocupó hasta el año 2000– ha sido galardonado con el Gran Premio del Cómic Barcelona. Pero… ¿es correcta y legítima su concesión? ¿Sus detractores tienen razón?

    El jurado de este premio, formado por primeras figuras dentro del mundillo, ha tomado esta decisión que no ha satisfecho a todo el mundo por una serie de razones. Como en Akira Cómics nos gusta hacer las cosas de un modo diferente, independientemente de la opinión personal de este redactor o la de la casa para la que esto escribe, vamos a sopesar los pros y los contras de esta controvertida decisión.

  • En primer lugar: ¿es lícita la concesión del premio según las condiciones de las bases?

  • Corto y al pie: .

    Obviamente, la razón que esgrimen la mayor parte de detractores de esta decisión es que Antonio Martín no es un autor de cómics: ni es dibujante, ni es guionista, como los 32 precedentes.  Pero examinemos lo que dicen las bases:

  • “En reconocimiento a la trayectoria profesional de un autor o autora español/a con un mínimo de 25 años de trabajo publicado. Para optar a este premio el autor o autora debe estar vivo y no puede haber ganado este galardón previamente.”

  • Vamos a ir desentrañando uno a uno los requisitos exigidos (y dejamos el más importante para el final):

    • ¿Ha publicado durante más de 25 años? . Su primera obra temática sobre el mundo del cómic fue el “Apuntes para una Historia de los Tebeos”, que publicó en 1968 (hace ya 53 años) y que fue el primero de 15 obras divulgativas respecto al Noveno Arte que culminan con el actual “Desde la Penumbra. Eclipse en Comics Forum, 1989-1992“, de este mismo año.
    • ¿El autor está vivo? Tiene ya 81 años y se le nota cascadito, pero Antonio Martín sigue vivo, sí.
    • ¿Ha ganado el galardón previamente? No.

    Y llegamos al punto importante:

    • ¿Es un autor o autora español/a? Sí. Lo es. El inconveniente en este punto es que, aunque hasta ahora se le haya concedido el galardón a dibujantes y guionistas de cómic (algún ganador hay en el jurado de este año), en ninguna parte pone que el premio se circunscribe a dibujantes y guionistas. Mal que pueda pesar a los detractores de esta decisión, técnicamente no contradice las bases.

    ¿Los precedentes dan a entender que no debería ser así? , dado que en las 32 ediciones anteriores así se ha hecho. Pero también es cierto que, repito, en ninguna parte de las bases pone que debiera ser así. Antonio Martín, pese a quien pese y aunque pueda tener algunos cadáveres en el armario, se ha ganado una plaza como pionero y figura de referencia entre los divulgadores del cómic.

    Así que, sí, quizá pueda considerarse un poco traído por los pelos, pero la concesión de este premio, con las normas en la mano, se ajusta a las bases.

  • En segundo lugar: ¿cuáles son los pros de la concesión del premio a Antonio Martín?

  • Lo primero y más importante, la decisión del jurado.

    No detallaremos los integrantes –no ha lugar–, pero por lo general son personas muy comprometidas y buenas conocedoras del mundillo del cómic (a nivel personal, sólo 3 de los miembros me parecen cuestionables en cuanto a su saber hacer pero, repito, son apreciaciones personales).

    En todo caso, aunque se tratase de un puñado de petrucios iletrados, el jurado de un determinado premio, concurso, competición, certamen o cualquier acontecimiento similar es soberano en sus decisiones, gusten o no gusten. La opinión de un externo es irrelevante en este caso. Si el jurado, en sus deliberaciones y consultas con la organización del evento ha tomado esta decisión, es inapelable.

  • La segunda circunstancia, que es la principal en la que se basan los más de 200 firmantes de un manifiesto sobre el que hablaremos después, es que ante un comportamiento injurioso por parte de un entonces joven dibujante (David Ramírez) en una historieta satírica publicada en la página 58 del número 51 de la revista “Dolmen” (junio del 2000), Antonio Martín ejerció su derecho a presentar una querella por injurias.

    No colgaremos aquí la reproducción de la página, pero bien es cierto que en la segunda viñeta de ésta, una caricatura de Cels Piñol se dirigía a una representación de Antonio Martín como viejo nazi ladrón borracho pederasta cabrón.

    Si nos ajustamos a la definición de injuria (agravio, ultraje de obra o de palabra; hecho o dicho contra razón y justicia; daño o incomodidad que causa algo; delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación), efectivamente existe: independientemente del uso satírico de los apelativos, palabras como nazi o pederasta son muy fuertes.

    Obviamente, entiendo que de haberse quedado en “viejo ladrón borracho cabrón” o en algunos adjetivos menos explícitos o referenciales, no se habría tomado ninguna medida de tipo legal. No obstante, y vista la gravedad de los insultos, desde un punto de vista estrictamente legal, Antonio Martín estaba en su perfecto derecho a plantear la denuncia.

    La tercera circunstancia es que la sentencia nº 195/02 de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca del 9 de diciembre del 2002, tras recurso interpuesto contra la sentencia 244/2002 del juzgado de lo Penal nº 2 de Palma de Mallorca, da la razón al demandante, Antonio Martín, amparándose en que “La Constitución Española no reconoce un pretendido derecho al insulto, de modo que ante la colisión entre el derecho fundamental a comunicar libremente información o expresar opinión y el derecho al honor, no puede prevalecer el primer derecho cuando se trata de la emisión de apelativos formalmente injuriosos en cualquier contexto…”

    El dibujante David Ramírez fue condenado a pagar una multa de 720€ y una indemnización de 4.000, aparte de las costas de los juicios celebrados. El hecho de que se dictase sentencia y condena implica que se detectó indicio de delito y se actuó conforme a la legalidad vigente.

    El hecho de que los jueces hayan delimitado el derecho al honor de Antonio Martín no es un hecho suficiente como para demonizar su figura, aunque las circunstancias que hayan llevado a este hecho puedan considerarse cuestionables.

  • Por último, no veo negativa la presencia del colectivo de divulgadores y críticos del mundo del cómic dentro de las estructuras de los premios temáticos, dado que –además de ser otro engranaje dentro de la industria– son un eficaz vehículo para acercar los pormenores del Noveno Arte a la gente.

    Guste más o guste menos, los textos redactados por estos colectivos acercan  el cómic a la gente de a pie y pueden lograr que aquellos que ni siquiera se han planteado el acercarse a una obra determinada terminen decidiendo el hacerlo.

    Pero… ¿es todo tan bonito? ¿Hemos acabado ya?

    No.

  • En tercer lugar: ¿cuáles son los contras de la concesión del premio a Antonio Martín?

  • Muchos. Y nada deseables.

    Lo más importante es que se ha producido un cisma entre los profesionales del ramo: más de 200 dibujantes y guionistas –y creciendo- están firmando un manifiesto en contra de la decisión de este jurado, esgrimiendo la falta de argumentos convincentes como para abandonar la tendencia vigente hasta este momento de premiar a autores para pasar a conceder el premio a un editor que, más allá de sus méritos como editor o divulgador, emprendió acciones legales contra un joven autor a causa de un chiste.

    Este manifiesto podría quedarse en una mera anécdota de no ser por estar firmado por autores de la talla de Albert Monteys, Bruno Redondo, David Aja, Gabriel Hernández Walta, Javier Olivares, Paco Roca o Pepe Larraz –por poner solo unos cuantos de los firmantes-. Su intención de vetar su presencia en el Salón del Cómic de Barcelona puede lastrar el desarrollo del evento en futuras ediciones.

  • Habrá lectores que, con más razón que un santo, aleguen que hay también muchos autores que no se han pronunciado sobre este tema o que, incluso, se han mostrado críticos con respecto a este manifiesto. Y eso es cierto, pero puede llevar a otra situación nada positiva para el mundo del cómic: tensiones y rencillas entre autores que pueden enrarecer todavía más el ambiente y que, eventualmente, lleguen a hundir proyectos pendientes.

    Esperemos que no llegue la sangre al río aunque, dado el carácter militante y recalcitrantemente reivindicativo de alguno de los firmantes, creo que es un tema que dará que hablar por mucho tiempo.

    Por otra parte, la actuación de Antonio Martín, aunque ya hemos visto que conforme a Derecho es totalmente legal, puede considerarse como humanamente reprobable.

    ¿Por qué? Por varias razones: en primer lugar porque ha actuado de manera muy severa contra un autor joven cuyo único error ha sido meter la pata al satirizar a una persona conocida en el mundillo precisamente por su mal humor.

    En segundo lugar porque no dio lugar a una salida honrosa por parte de los denunciados.

    Y, en tercer lugar, por no tener en cuenta la intencionalidad y el contexto, que todos los lectores de esa historieta conocíamos bien, y que iba dirigido a caricaturizar las rajadas de Cels Piñol con respecto al trato recibido por parte de Antonio Martín.

    Vamos a profundizar un poco sobre ello.

  • Sobre la juventud de David Ramírez debemos indicar que, en el momento de la denuncia, contaba con 26 años y solo 5 de experiencia como artista vinculado al cómic.

    Si a ello añadimos que la sección Haciendo Amigos de la revista “Dolmen” -que él dibujaba y en la que apareció la historieta por la que se cursó la denuncia- se caracterizaba por un humor cruel, destructivo y descarnado sobre personajes de cómic y el mundo editorial en general, parece evidente que el contexto de los insultos se circunscribe a un ambiente caricaturesco formando parte del marco de la temática de la publicación.

    A ello añadiremos que Antonio Martín, en cambio, contaba en esa época con 31 años de experiencia en el mundo editorial (considerando que es en 1969 cuando ingresa como editor en “Gaceta Junior” –creo recordar–). Entiendo que un profesional de su talla y su experiencia en ese momento debería poder ser capaz de diferenciar cuando la intención de un autor es injuriar o, simplemente, jugar con una broma –aunque, como es el caso, sea de mal gusto-.

    El hecho de que estuviese recogida en una publicación temática cuyos lectores conocían perfectamente el contexto en el que se encuadraba la historieta, agrava las circunstancias de la reacción, que se me antoja excesiva. Además, lo temático de la publicación también implicaba que el daño causado a la imagen pública de Antonio Martín era, como mínimo, relativo, dado que –insisto de nuevo- los lectores conocían más o menos por dónde iban los tiros.

    En cuanto a lo de no dejar salida honrosa para David Ramírez, nos basaremos en varias circunstancias. Obviamente, no se le puede negar a Antonio Martín el derecho a dar respuesta ante un comportamiento que le ha ofendido, pero podría haber actuado de varias maneras: podría haber redactado un comunicado en las publicaciones del ramo a modo de respuesta y toque de atención; podría haber hablado directamente con autor y editor solicitando la publicación de una nota aclaratoria y la corrección del texto injurioso para futuras ediciones; podría haber encargado una “contra historieta” al respecto; podría haber hecho declaraciones en medios públicos indicando su indignación al respecto y lo inapropiado del guión… pero no dio opción.

    Tal y como el mismo Antonio Martín reconoce en su declaración titulada “Un juicio desdichado” fechada el 4 de junio del 2002, cursa la querella por injurias antes de intentar cualquier otra medida conciliadora previa, aunque reconoce que, a cambio de la cobertura de las costas, ofreció llegar a un acuerdo legal de conciliación.

    En todo caso, entiendo que el hecho de haber ido directamente a por la querella no parece la respuesta más proporcionada al hecho cometido que, repito, no deja de ser la metedura de pata de un joven.

  • Independientemente de que Antonio Martín, aunque sea en el ejercicio de sus derechos, siguiese adelante con la querella y los juicios subsiguientes –al no llegar a un acuerdo de conciliación que sí fue ofrecido-, en la sentencia del recurso que presentó en la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca (nº 195/02 del 9 de diciembre del 2002), los magistrados, aun considerando de oficio las costas causadas, ofrecieron nuevamente la posibilidad de una salida honrosa: “Óigase al ofendido con carácter previo a la ejecución de la pena, por si otorgase perdón que extinguiría la responsabilidad criminal.”

    Es decir: tras haberle pegado el susto a David Ramírez y –suponemos- haber aprendido la lección, Antonio Martín dejó pasar esta oportunidad de terminar el proceso en buenos términos con la parte denunciada, y siguió adelante.

    Obviamente, esa decisión llevó a dos cosas: no se ganó precisamente la simpatía de autores y lectores, y dio lugar a una iniciativa solidaria por parte de los primeros para recaudar fondos para cubrir la multa y la indemnización impuesta al entonces joven artista.

    Es evidente que ello ha supuesto una losa en la reputación del ya veterano divulgador y editor, y a la vista está que, 21 años más tarde, no ha quedado olvidado.

    Otro factor en contra es el factor semántico por el que se le ha concedido el premio: de acuerdo que las bases no especifican expresamente que deba tratarse de un autor de cómic, pero los 32 premiados previos así parecen demostrarlo.

    No creo que haya nadie en contra de que se premie a un veterano divulgador, pero… ¿por qué, por el mero hecho de no causar malos entendidos, no se recupera el premio a la labor de divulgación que se daba también hasta hace algunos años? O, llegado el caso… ¿Por qué no se crea una mención especial, o una categoría específica? Insisto en que el jurado es soberano en esto, pero es una decisión que ha generado una polémica innecesaria que no aporta mucho.

  • En definitiva: ¿es bueno o malo que le den el premio a Antonio Martín?

  • Ni bueno, ni malo. Si acaso, desafortunado.

    Comenzaremos indicando que no parece tratarse de una figura querida ni por el colectivo de autores, ni por el de lectores (ojo, que eso no implica que no se reconozca la calidad de su obra y la influencia de su trayectoria en la Historia del cómic español). Amén de que su figura resulta, como mínimo, controvertida.

    No olvidemos que en cualquier premio, evento, certamen, festival, salón, o lo que sea, la polémica, si bien aporta publicidad en cuanto a que se habla de ello, a medio y largo plazo no resulta beneficiosa, y genera un cierto volumen de enemigos. El hecho de haberle dado el premio a una figura polémica no parece haber sido una buena idea.

  • Y cerraremos este texto que, espero, resulte clarificador de las circunstancias que rodean esta polémica, con una serie de reflexiones.

    En primer lugar, demos por bueno que se quiera premiar a un divulgador pionero. ¿No se podría haber nominado a alguien como Luis Gasca o Román Gubern? Y, dado que España es cuna de grandes artistas, ¿no se podría haber continuado con la tónica de los 32 años anteriores? ¿No se podría haber planteado el cambiar las bases para que todo resultase más claro y, en la siguiente edición, premiar a un divulgador? ¿No habría sido más sencillo crear un segundo premio al respecto para reconocer la labor de los divulgadores?

    En resumen, y visto lo que se ha montado: ¿No había otro?

    Que cada cual analice y saque sus conclusiones. Por nuestra parte, nos abstenemos de dar juicio de valor alguno más allá de los hechos y circunstancias expuestos. En todo caso, el personal de vuestra tienda amiga estará, como siempre, dispuesto y encantado de intercambiar impresiones con vosotros.

Francisco Javier Illescas Díaz


Amante de la lectura desde antes de saber leer. Dueño de un ojo certero para discernir hasta los más nimios detalles. Gran aficionado a la Historia y azote de gente poco documentada.

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