El western en el cómic europeo

En estos últimos tiempos, estamos asistiendo a una revitalización de los comics del Oeste en las estanterías de las tiendas especializadas como Akira Cómics. Y vamos a aproximarnos un poco a su significado y evolución dentro del cómic europeo.

Ya sabéis que en Akira nos gusta hacer las cosas de un modo distinto, así que vamos a acercaros los entresijos de un género a la vez viejo y nuevo como es el Western.

La mayor parte de la narrativa del género transcurre en un amplio abanico de tiempo que abarcaría desde aproximadamente 1815 (lo que llamaríamos “pre-western”, que incluiría los últimos coletazos del Imperio Español) hasta 1920 (lo más tardío a lo que llegaría lo que se llama “western crepuscular”, que nos contará el fin del modo de vida vaquero ante la llegada de la imparable industrialización).

Aunque con respecto a esta línea temporal siempre habrá quien no esté de acuerdo, no se puede negar que incluye toda la época dorada del género. Por otra parte, no hace falta indicar que las tramas transcurren –generalmente- en la mitad central-suroeste de los Estados Unidos.

El atractivo del western dentro del mercado del cómic europeo tiene un origen muy claro: el cine y su instrumentalización como elemento glorificador de la joven Historia estadounidense.

¿Qué queremos decir con ello? Básicamente que los Estados Unidos es una nación joven carente de mitos, héroes y épicas ancestrales como podemos tener nosotros… y sólo disponen de dos lo suficientemente “antiguas” ateniéndonos a su juventud relativa: la Guerra de Secesión y la Conquista del Oeste (aquí incluiríamos la lucha contra los últimos imperios coloniales y las guerras contra México).

Si os fijáis, la mayor parte de los héroes estadounidenses dentro de su imaginario popular pertenecen a esta época: desde Davy Crockett hasta Teddy Roosevelt pasando por Wyatt Earp o Pat Garrett.  Esta necesidad de reafirmar sus propias figuras épicas y gloriosas dentro de un marco histórico se refleja en las películas de la época dorada del Western que, dentro de lo que es la enorme industria de Hollywood, llegaron a Europa con gran éxito y aceptación por parte del público.

Esa aceptación viene por tratarse de algo exótico para el espectador europeo al –por lo general- no estar muy bien informado de los entornos geográficos e históricos. Posiblemente la mayoría hayan oído hablar de Kit Carson o William Frederick Cody (nombre real de Buffalo Bill), que tengan ciertas referencias sobre hechos como la Batalla de Gettysburg, El Álamo o Little Big Horn, o que sean capaces de localizar Arizona, el Río Bravo o los montes Apalaches en un mapa, pero el conocimiento sobre dichos entornos geográficos e históricos tenderá a ser superficial.

Ese relativo desconocimiento, unido al éxito de estas historias, es lo que ofreció a los dibujantes europeos un espacio de ficción de lo más interesante, ya que pudieron adaptar esa veracidad histórica para ofrecer historias novedosas sin perder la atención de sus lectores, pero con una importante diferencia: si bien el Western estadounidense nos presenta un entorno limpio, con héroes poderosos, pulcros e inmaculados y una dicotomía “buenos-malos” muy evidente reflejo de su capacidad industrial y económica; el europeo –por lo general, porque siempre hay excepciones- nos presenta un entorno sucio, decadente y con una amplia gama de grises en las cataduras de los personajes, muy probablemente debido no sólo a la tendencia europea a apegar las historias épicas a la tierra, como vimos en el artículo sobre la fantasía heroica, sino como el reflejo de la propia decadencia europea como potencia crepuscular económica, política y cultural.

Lamentablemente, es muy difícil establecer una clasificación cerrada dada la conocida permeabilidad del cómic europeo en cuanto a la adaptabilidad de sus tramas, estilo e historias, así como a la evolución de sus personajes. Pero, atendiendo a su nivel de verosimilitud histórica y realismo de presentación, podemos dividirlos en 3 tipos bastante reconocibles:

Esta sería la categoría más popular, y la que todos reconocemos enseguida: son cómics del Oeste que transcurren en un escenario totalmente atemporal.

No tienen conexión con hechos históricos e, incluso, parten de una localización geográfica vaga o indefinida: lo único que podemos saber es que se ubican en alguna parte de la mitad oeste de los Estados Unidos; que la mezcla de las armas, el telégrafo y los trenes a vapor confunden el periodo histórico; y que los escenarios y tramas son simples y repetitivos (el héroe se enfrenta a los criminales para defender la justicia y restablecer el orden, por lo general).

Este tipo de Western es el primero en ser dibujado en Europa, como influencia de los títulos americanos producidos desde los años 30 del siglo pasado.

Jacques Ernest Dumas, conocido como Marijac, fue el primer autor francés en crear Western de este tipo con las aventuras de Jim Boum en 1931. Pero fue sobre todo en Italia donde se hicieron fuertes: en 1937 Rino Albertarelli crea a Kit Carson y en 1948, de mano de Luigi Bonelli y Aurelio Gallepini, nace un histórico del género: Tex Willer.

A esta categoría pertenecen también las primeras etapas de “Lucky Luke” (creado en 1946 por Morris) y de “Casacas Azules” (nacidos en 1968, en la etapa de Cauvin y Salverius).

No nos olvidemos de otros históricos como “Chick Bill” (Duchateau y Greg, 1953), “Ken Parker” (Giancarlo Bernardi e Ivo Milazzo, 1974) o los españoles “Gringo” (Carlos Giménez, 1963) y “Sunday” (Víctor Mora y Víctor de la Fuente, 1968).

Ya, como ejemplos más actuales, destacaría el “Texas Cowboys”, de Lewis Trondheim y Matthieu Bonhomme (conocido por “El hombre que mató a Lucky Luke”, una delicia de cómic, por cierto, y también encuadrable en esta categoría), el intemporal “Western”, de Rosinski y van Hamme o el archiconocido “Undertaker”, de Dorison y Meyer.

Básicamente, encontraremos aquí muchos de los títulos citados anteriormente que, por necesidad de renovar los esquemas narrativos, introducen algunos elementos históricos como nuevos motores de la ficción.

Apreciamos que en estos nuevos cómics aparecen entornos geográficos identificables, personajes históricos en determinados entornos que nos permiten establecer un marco temporal y que, incluso, interactúan con los protagonistas; o hechos conocidos que ocurren en segundo plano y en los que los personajes principales sólo tienen un papel relativo o, incluso, nulo.

Como hemos indicado antes, básicamente este es el punto de evolución natural del western “atemporal” para renovar tramas: así podemos observar que, en su segunda etapa, “Lucky Luke” incorpora personajes históricos y determinadas situaciones reconocibles como podemos ver en ejemplos como “Calamity Jane” (1967), “Jesse James” (1969), “El gran duque” (1973), “Sarah Bernard” (1982) o “Daily Star” (1984). Observamos lo mismo en una primera parte de la etapa de Lambil como dibujante de “Casacas Azules”.

Como ejemplo arquetípico de este tipo de cómic dentro de lo que es el marco franco-belga, podemos citar la serie de corte realista “Jerry Spring”, de Joseph “Jijé” Gillain, que sigue siendo una historieta de corte antiguo, protagonizada por un héroe defensor de la justicia muy al estilo de Milton Caniff, pero en la que se incluyen reconocibles elementos históricos.

Otros ejemplos igualmente recomendables serían el “Ringo” de William Vance (1967) –que llega a interactuar con el mismísimo general Lee, por ejemplo-, o el muy recomendable “Mac Coy”, de Antonio Hernández Palacios (1978), que es testigo de varios episodios dentro de la Revolución Juarista mejicana e interactúa con el conocido general Custer. Pero, puestos a recomendar algo un poco más moderno, tenemos la serie “W.E.S.T.”, de Xavier Dorison y Fabien Nury o “Gunfighter”, de Christophe Bec y Michel Rouge.

Aquí estamos en las mismas que en el inicio del tipo anterior: hay cómics que continúan evolucionando al integrar más hechos históricos en sus tramas, probablemente impulsados por la evolución en la madurez de sus lectores originales o bien en las necesidades en cuanto a evolución de las tramas narrativas de los guionistas. De nuevo nos encontraríamos aquí, por ejemplo, a los “Casacas Azules” en la segunda etapa de Lambil a los lápices.

Pero hay más ejemplos. Entre ellos destaca el fantástico “Manos Kelly” (1971), de Antonio Hernández Palacios, que es un ejemplo de documentación rigurosa en cuanto a contexto histórico y ambientación –sin dejar atrás el hecho de que nos presenta una galería de personajes vivos, que se alejan de los clichés típicos de buenos buenísimos y malos malísimos–, o la serie “West Legends”, que nos acerca de una manera muy didáctica a las vidas de las grandes figuras dentro de la Historia del Oeste americano.

Pero hay un cómic que brilla con luz propia dentro de esta clasificación: “Blueberry” (1963), de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud. Un héroe que comienza su carrera en plena Guerra de Secesión, que interactúa con el general Dodge, que le lleva a participar en la construcción del ferrocarril, posteriormente se implica en las guerras indias y conoce al jefe Cochise, es testigo de los problemas fronterizos entre México y los Estados Unidos, conoce al presidente Ulysses S. Grant… un imprescindible en las colecciones de los aficionados al Western.

Pero podríamos recomendar más: “John Tanner”, “Pinkerton”…

Obviamente, esta aproximación no está escrita en piedra, y en Akira Cómics siempre estaremos dispuestos a debatir con vosotros tipologías y razones, así como a recomendaros los mejores títulos al respecto. Pero… ¿Por dónde empezar? ¡Vamos a ver qué hay por ahí!

¡Anda que no hay! Y, como todo, va a gustos. Pero, además de los que ya os hemos propuesto –algunos os pondremos aquí también-, os sugerimos estas maravillas (y los hay de las 3 clases mencionadas, así que os desafiamos a que los vayáis clasificando):

• “Blueberry”: Un clásico entre los clásicos. Aventuras e Historia a partes iguales. Mike Donovan, que cambiará posteriormente su nombre a Mike Blueberry, es el hijo de un hacendado sureño que, por avatares de la vida, termina alistado en el ejército nordista. A partir de ahí, su vida toma derroteros la mar de interesantes.

• “Comanche”: una de las obras más significativas del Western francobelga. Fue creada en 1969 por Greg como guionista y Hermann como dibujante. Comanche es el nombre de una joven que hereda un rancho. Aunque es resuelta y valiente, no basta para sacarlo adelante y pagar las deudas que amenazan con acabar con su sueño, pero conoce a Red Dust, al que cede la dirección de la propiedad y, a partir de ahí… ¡os toca descubrirlo!

• “Durango”: Yves Swolfs nos presenta el más claro ejemplo de Western crepuscular dentro del cómic europeo: Durango es un enigmático pistolero de ojos verdes que imparte justicia entre Wyoming y Arizona, conocido por usar –a causa de una lesión- una pistola semi automática Mauser C96.

• “Mac Coy”: Esta serie de cómics fue dibujada por Antonio Hernández Palacios y guionizada por Jean-Pierre Gourmelen en 1973. El capitán Alexis Mac Coy, oficial sudista, es capturado por las tropas de la Unión al final de la Guerra de Secesión. Los nordistas lo asimilan en el ejército de la Unión tras la guerra y lo envían a una misión más allá de la frontera mejicana con objeto de recuperar una importante cantidad de oro. Después del fracaso de la misión, regresa a los Estados Unidos y se engancha al regimiento de caballería estadounidense comandado por su ex General del Sur.

• “Manos Kelly”: Una obra creada por Antonio Hernández Palacios para la revista “Trinca” en 1970. Kelly es el hijo de uno de los defensores de El Álamo, mitad irlandés y mitad español, y recibe su apodo (“Manos”) por las quemaduras sufridas en ellas al intentar apartar los escombros en llamas para intentar rescatar los restos de sus padres. Ya adulto, y siendo veterano de la guerra contra Méjico, vive diversas aventuras en un delicioso ambiente de pre-western.

• “Lucky Luke”: ¡Cómo íbamos a dejarnos al vaquero más rápido que su propia sombra!

• “Jonathan Cartland”: Obra creada en 1974 por Michel Blanc-Dumont y Laurence Harlé que narra la historia de Jonathan Cartland, un trampero humanista cercano a la población india.

• “Ken Parker”: Ya nos hemos referido a él antes. Ken Parker es un trampero que decide escapar de la civilización. Pero no es el típico tipo duro del oeste: a lo largo de sus aventuras envejece, evoluciona, comete errores y aprende de ellos.

• “Ringo”: Creado en 1965 por el belga William Vance, Ringo es un agente de la Wells Fargo que viaja por el Oeste americano afrontando los peligros y avatares propios de viajes tan largos por territorios poco conocidos.

• “Wanted”: Un Western inspirado por “Blueberry” creado por Simon Rocca y el dibujante Thierry Girod. Wanted es un cazador de recompensas que tiene una cicatriz en la cara en forma de W (de ahí el apodo) que desarrolla su actividad en Nuevo Méjico, lejos de los teatros de operaciones de la Guerra de Secesión.

• “Bouncer”: un cómic mítico de Jodorowsky y Boucq que basa su trama en las pasiones humanas y la venganza. Un Capitán del ejército Confederado tortura a un pastor para que le diga dónde se oculta un valioso diamante. Mientras, conocemos a Bouncer, un pistolero manco encargado de proteger el salón de un pequeño pueblo en pleno desierto. Sus caminos se cruzarán.

• “Jim Cutlass”: Charlier y Giraud crearon también este Western en 1981. En junio de 1859 el recién licenciado Teniente Jim Cutlass viaja hacia Nueva Orleans para recoger la herencia de su tío Jonathan Swift. Al llegar, descubre que ha de compartir las tierras con su prima Carolyn. El prometido de su prima, Don Clay, tiene otros planes sobre la herencia e intenta matarle.

• “Casacas Azules”: Con guión de Raoul Cauvin y dibujo de Salverius en su primera etapa, y de Lambil en la segunda. Las aventuras del sargento Cornelius Chesterfield y el cabo Blutch que nos llevarán por la mayor parte de los teatros de operaciones de la Guerra de Secesión de una manera didáctica y divertida.

• “Buddy Longway”: El suizo Derib creó esta historieta en 1972. Buddy Longway es un trampero casado con una mujer Sioux a la que respeta y de la que aprende y respeta las costumbres de su pueblo. Tienen dos hijos. Es de estos comics en los que el protagonista dista de ser perfecto.

• “Chick Bill”: Ya lo hemos mencionado antes. Una simpática parodia del género que no pierde el corte aventurero. Chick Bill es un tierno y joven vaquero siempre acompañado de unos personajes secundarios con enorme peso en el desarrollo de la serie. Ideal para jóvenes lectores.

• “W.E.S.T.”: Un curioso Western crepuscular nacido de la mente de Xavier Dorison con un maestro como Fabien Nury a los lápices. Tenemos un ambiente semi histórico con tintes sobrenaturales. En el año 1901 se reclutan a 4 hombres de dispares habilidades para formar de nuevo un equipo peculiar: el W.E.S.T. (Weird Enforcement Special Team). Su misión será desentrañar las extrañas circunstancias que rodean a las muertes de los personajes más notables de los EEUU.

• “Hasta el último”: Otro Western crepuscular de Jerome Felix y Paul Gastine. Un western crepuscular y magistral sobre la era de los últimos vaqueros, que llega a su fin. Pronto serán los trenes los que transportarán el ganado hasta los mataderos de Chicago. Russell, un tipo duro que ve cómo su modo de vida está a punto de desaparecer, debe ocuparse de criar a Bennett, un huérfano de pocas luces al que cuida desde que sus padres murieron, y tomar una decisión: convertirse en granjero o ser el último vaquero que recorra los grandes desiertos del Oeste.

• “Undertaker”: Dorison y Meyer vuelven al Western con esta obra cuyo trazo recuerda al mejor “Blueberry”. En esta ocasión centran el protagonismo en una figura emblemática dentro de las tramas del Oeste americano: el enterrador.

¡Ahora no tenéis excusa para no conseguir una buena colección de Western! Acercaos a Akira Cómics y podréis acceder a un buen puñado de títulos interesantes. Y, como siempre, la plantilla está a vuestra disposición para ayudaros y comentar sobre el tema.